Cada año, millones de personas de todo el mundo sufren daños en los tejidos debido a enfermedades, traumatismos, lesiones y como consecuencia de intervenciones quirúrgicas a raíz de las suturas que se utilizan sobre todo para favorecer la cicatrización de los tejidos. Sin embargo, los fallos en el cierre de heridas o la reparación de defectos en el tracto gastrointestinal (GI), los vasos sanguíneos u otras superficies de órganos pueden dar lugar a complicaciones inesperadas, como infecciones.
La bioimpresión en 3D es un proceso mediante el cual se fabrican piezas biomédicas a partir de la llamada biotinta para construir estructuras similares a los tejidos naturales.
Esta se utiliza principalmente con fines de investigación, como la ingeniería de tejidos y el desarrollo de nuevos fármacos y normalmente requiere el uso de grandes máquinas de impresión 3D para producir estructuras celulares fuera del cuerpo vivo.
Una investigación del Laboratorio de Robótica Médica de la UNSW Sidney en Australia, ha dado lugar a una diminuta bioimpresora 3D flexible que puede introducirse en el cuerpo como un endoscopio y aplicar directamente biomateriales multicapa en la superficie de órganos y tejidos internos.
El dispositivo de prueba de concepto, conocido como F3DB, cuenta con un cabezal giratorio muy maniobrable que «imprime» la biotinta, unido al extremo de un brazo robótico largo y flexible en forma de serpiente, todo lo cual puede controlarse externamente.
El equipo de investigadores afirma que, con un mayor desarrollo y potencialmente en un plazo de cinco a siete años, la tecnología podría ser utilizada por profesionales médicos para acceder a zonas del interior del cuerpo de difícil acceso a través de pequeñas incisiones cutáneas u orificios naturales.
El equipo ha probado el dispositivo dentro de un colon artificial, así como imprimiendo en 3D diversos materiales con formas diferentes en la superficie de un riñón de cerdo.
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