Resumen
Introducción
La urticaria se clasifica en urticaria aguda y crónica. La urticaria crónica se puede clasificar en crónica inducible, urticaria vasculitis y urticaria crónica espontánea. La urticaria aguda es autolimitada con una duración más corta y se considera un fenómeno común. La urticaria crónica es menos frecuente y más difícil de tratar, aunque la prevalencia según algunos autores está aumentando con el paso del tiempo.
Las personas que padecen urticaria crónica espontánea sufren una alteración de la calidad de vida. Esta enfermedad además de los síntomas físicos como el picor, las ronchas o el angioedema, genera un gran impacto emocional y psicológico que puede derivar en trastornos de ansiedad y depresión.
Los síntomas físicos producen trastornos del sueño además de fatiga, irritabilidad, y una repercusión en la vida laboral y social de la persona por lo que se experimenta una disminución o pérdida de control sobre sus propias vidas.
Así pues, para el diagnóstico es importante realizar un test de calidad de vida y un diagnóstico diferencial que descarte otras enfermedades como por ejemplo los trastornos tiroideos que pueden cursar con estos brotes.
Desarrollo
La urticaria crónica es una enfermedad de origen desconocido que se caracteriza por la presencia de ronchas y habones. En algunos casos el origen es autoinmune, donde los anticuerpos estimulan crónicamente los mastocitos que liberan histamina.
Las células del sistema inmunitario poseen en su interior gránulos de histamina, si ésta se libera, estimula las fibras nerviosas de la piel y causa picor. El contacto de la histamina con los vasos sanguíneos provoca que éstos liberen líquido que se acumula en la piel y provoca los habones. Si afecta a capas más profundas se produce angioedema (hinchazón de labios y párpados).
Mientras que la urticaria aguda dura entre 48-72 horas, la crónica puede alargarse varios años.
Los síntomas más habituales son: habones o ronchas en la piel, picor intenso, inflamación de labios o párpados, inflamación de lengua o glotis y/o dificultad respiratoria.
Además, existen factores que pueden desencadenar o agravar la urticaria entre los que destacan algunos medicamentos como antibióticos, antiinflamatorios no esteroideos, opioides, aspirina, psicotrópicos y hormonas. Pueden desencadenarla algunos alimentos y aditivos alimentarios, estímulos físicos como contacto con algunos materiales (látex), temperatura (frío, calor), el sol, el estrés, la predisposición genética u otras patologías asociadas.
Tratamiento
Uno de los tratamientos más habituales es la administración de antihistamínicos de segunda generación como la Bilastina, Loratadina o la Cetirizina en dosis altas durante periodos prolongados. Es frecuente también el uso de corticoesteroides, o terapias biológicas, como el Omalizumab, que actúa contra la inmunoglobulina E y mejora los síntomas, aunque todavía se desconocen los mecanismos que lo logran.
Aunque los antihistamínicos H1 de segunda generación y el Omalizumab han supuesto un importante avance en el tratamiento de la urticaria crónica espontánea, algunos pacientes continúan sin un buen control de la enfermedad. Todavía se desconoce qué biomarcadores específicos pueden indicar si un paciente responderá al tratamiento o no; su descubrimiento puede marcar el camino para el desarrollo de nuevos fármacos 4.
Conclusiones
La urticaria crónica espontánea afecta a la calidad de vida de las personas pudiendo desencadenar trastornos de ansiedad y depresión.
La prevalencia de la enfermedad está en aumento y se necesitan más estudios sobre el impacto de la enfermedad en la sociedad.
Los síntomas más habituales son: habones o ronchas en la piel, picor intenso, inflamación de labios o párpados, inflamación de lengua o glotis y/o dificultad respiratoria.
También se han encontrado posibles desencadenantes como medicamentos, alimentos y aditivos, estímulos físicos, temperatura, sol, estrés, predisposición genética u otras patologías asociadas.
Su diagnóstico es fundamentalmente clínico ya que la mayoría de los casos la causa es desconocida. Para su tratamiento los antihistamínicos H1 de segunda generación y el Omalizumab han supuesto un importante avance, aunque se desconocen los biomarcadores específicos.
Artículo:
- Impacto de la urticaria crónica espontánea. Autor: Revista Médica. Ocronos. 2022;5(9) 181